Desde marzo de 2020 que se comenzaron a tomar medidas para evitar la propagación y contagio del virus SARS-CoV-2 en nuestro país la actividad física al aire libre se vio comprometida y los espacios destinados al ejercicio fueron cerrados. Como consecuencia de esto el sedentarismo incrementó.

La falta de actividad física representa un problema para la sociedad pues es un factor preventivo y terapéutico de muchas patologías de riesgo cardiovascular además que fortalece el sistema inmunológico de las personas.

Se ha demostrado que la infección por SARS-CoV-2 puede dejar secuelas desde leves hasta otras que llegan ser incapacitantes y afectan la vida de la persona. Estas secuelas se presentan en diversos sistemas del organismo, afectando principalmente al sistema respiratorio y cardiovascular. La actividad física después de una infección por SARS-CoV-2 debe retomarse sin duda, sin embargo, la duda surge sobre cuándo es el momento idóneo para hacerlo.

Actualmente no existe un algoritmo que guíe el regreso al ejercicio, es por esto que cada paciente debe individualizarse y llevar su retorno al ejercicio según sus capacidades y a su ritmo.

El retorno al ejercicio después de haber padecido COVID-19 se evalúa según la severidad del cuadro: Para cuadros leves (personas asintomáticas o con sintomatología clásica sin disnea o datos de neumonía) de manera general se recomienda que después de 7 días asintomático pueda reanudar la actividad física al 50% del volumen previamente desarrollado seguido de un 30, 20 y 10% en las siguientes tres semanas si el paciente se siente cómodo al final de cada semana.

Para cuadros moderados (exacerbación del grado de disnea, fiebre persistente, tos y taquicardia ante leve actividad física entre los días 5 y 8 de iniciado el cuadro) el momento recomendado para el inicio del ejercicio es 7 días después de la resolución total de los síntomas. Para iniciar un programa de ejercicio se recomienda hacerlo bajo la guía de un médico que de seguimiento extrahospitalario y un programa de rehabilitación cardiopulmonar. En este grupo de pacientes se recomienda un estudio exhaustivo con una serie de diversos estudios y se indica la suspensión temporal de la actividad física ante presencia de inestabilidad hemodinámica o pulmonar, síntomas de nueva aparición y la presencia de arritmias.

Para cuadro graves, el retorno al ejercicio debe estar indicado por un médico especialista en rehabilitación cardiopulmonar, el médico valorará aspectos clínicos, de laboratorio y estudios de gabinete para documentar estabilidad médica. El momento ideal es mínimo después de 2 semanas de ausencia de síntomas.

El sedentarismo no está justificado después de haber padecido COVID-19, sin embargo, el retorno a este debe hacerse de una manera lenta, gradual y escalonada según las características de cada paciente y la gravedad de su enfermedad.

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